Uno de los aspectos que más preocupan al lector del manga es la fidelidad de las traducciones. Casi podría decirse que es una herencia histórica de aquel tiempo en el que el anime nos llegaba mutilado, los nombres cambiados, los capítulos incomprensibles.
Pero por mucho que pueda pensarse, la traducción literal no es siempre la mejor opción. Es más, yo diría que casi nunca es una buena solución. El español es un idioma muy rico en matices, expresiones, frases hechas. Es una lástima no aprovechar todo ese trasfondo para darle “vidilla” a un manga. Que no lo olvidemos, es un producto de entretenimiento. Cultural, eso sí, pero cuyo objetivo es entretener, y por lo tanto debe ser ameno. Debe leerse de forma rápida y sin saltos, sin que el lector tenga que reordenar la frase en su cabeza porque se ha traducido de un modo demasiado literal y “chirría” al leerla en nuestro idioma.
Claro que cuando se habla de adaptación de manga, de lo que solemos estar hablando es de la adaptación (o no) de ciertas particularidades de su idioma y cultura. El ejemplo más claro es el de los sufijos. El uso de un sufijo tras el nombre o apellido de una persona puede decirnos su jerarquía respecto al que habla, el respeto que le profesa, incluso su grado de intimidad. Usar sólo el nombre de una persona demuestra que son íntimos, mientras que usar su apellido con “san” o “kun” nos muestra que no hay una relación demasiado estrecha.
Aunque a muchos les guste, para mí usar estos sufijos no es una opción aceptable. Somos españoles, no japoneses, y en una conversación normal la gente no va llamándose Enrique-san o Mónica-chan. Pero la opción más sencilla, que es eliminar los sufijos sin más, tampoco es una buena salida, porque a veces se pierden matices importantes en una historia: en Marmalade Boy, cuando Miki dejó de usar el “kun” con Kei, demostró que había algo más entre ellos que una simple amistad. ¿Cómo reflejarlo? No puedes llamarle sólo Kei desde el principio, porque entonces la decisión de Miki no parece trascendente, quizá llamarle desde el principio por su apellido y más tarde por el nombre… Y en otras ocasiones, se opta por otras soluciones: en Tsubasa Reservoir Chronicle, cuando Sakura pierde la memoria, llama a su protector Xiaolang-kun. Y en un determinado capítulo, ese detalle, que ella ya no lo llame por sólo su nombre de pila, es determinante para la historia. Así que, teniéndolo en cuenta, las traductoras tomaron una decisión creativa: cuando Sakura pierde la memoria, lo llama “Muchacho”, cuando antes lo llamaba sólo Xiaolang. De este modo se salvaba el primer escollo y se dejaba el camino preparado para el día en el que ella tome la suficiente confianza como para tutearlo de nuevo… y poder hacerlo sin problema.
Así que, ¿cuál es la solución de este problema? Particularmente, creo que no hay que pensar en los lectores de manga más otakus, los que ya saben cuándo se usa “san”, “kun” o qué es un “sempai”. Hay que preocuparse por los nuevos lectores, los que ven el anime en televisión, o descubren un manga en el kiosco, y que no saben de dónde ha salido. No les pongamos trabas, dejemos que se enganchen al manga. Lo demás llegará con el tiempo.
ANNABEL ESPADA
EDITORA PLANETA DeAGOSTINI