La Real Academia Española (RAE) ha actualizado la vigésima segunda edición impresa del Diccionario de la lengua española, cuya novedad más destacada es la inclusión de la palabra «manga«. Lo que en principio parecería una buena noticia, pues supone un paso más hacia la normalización y el reconocimiento del manga en España, acaba causando espasmos de vergüenza ajena hacia una institución que tanto nos esforzamos por respetar y que definitivamente, tras este hecho, ha perdido mucha credibilidad. Y es que ni cortos ni perezosos los responsables de la Academia han definido el vocablo manga como: «Género de cómic de origen japonés, de dibujos sencillos, en el que predominan los argumentos eróticos, violentos y fantásticos.»
El que quiera ser crítico en la primera palabra de la definición ya encontraría motivos, pues el manga no es un género. Pero la cosa va más allá y cae en el típico error de abusar de la ignorancia y de los prejuicios que reinan este país al reducir el manga a las temáticas violentas, eróticas y de género fantástico. Pasando por alto que algunos de los últimos éxitos del manga en España han sido series como Bakuman o la reciente Silver Spoon, que nada tienen que ver con las temáticas a las hace referencia. Por si fuera poco, la RAE se atreve a calificar de «sencillos» los dibujos del manga. Algo que Otomo o Masamune Shirow podrían desmentir sin demasiados esfuerzos.
En definitiva, hay que aplaudir la acción de tener la intención de normalizar la palabra «manga» en España pero hay que criticar enérgicamente esta desinformación que comete los mismos errores que cometió la prensa sensacionalista a principios de los años 90 cuando intentaron aprovechar el desconocimiento de la gente para ganar algo de audiencia a costa de desprestigiar el manga al centrarse únicamente en el hentai y en las escenas más violentas.
Os recomendamos a todos leer y difundir el siguiente artículo que arroja algo de luz al significado real de la palabra «manga»: http://www.misiontokyo.com/noticias/10087/otakulogia-1-el-manga
A ver si con suerte llega a algún responsable de la RAE y consiguen rectificar su lamentable definición de «manga».