Un par de años después de iniciar Lamu, su primera serie larga, Rumiko Takahashi empezó otra serie que llevaría a la par que la primera, y que ha perdurado en la memoria de muchos como una de las mejores comedias románticas del manga: Maison Ikkoku.
La historia gira principalmente en torno a Godai y Kyoko. El primero es un estudiante que no consigue un empleo por mucho que lo intente; no anda sobrado de dinero, por lo que vive en el Ikkoku, una pensión muy barata a la que un día llega Kyoko, la nueva encargada, en la que Godai se fija rápidamente.
Rumiko construye aquí un microuniverso muy peculiar alrededor de esta pensión, llena de extraños personajes y enredos. Su punto fuerte radica justamente en estos personajes, cada uno divertido a su manera, y que forman un grupo realmente hilarante. En medio de ellos están los dos más normales (dentro de lo que cabe) y los que soportan el peso de la narración, Godai y Kyoko, asistiendo a lo largo de la historia a la evolución de ambos, a la formación de triángulos y cuadrados amorosos y a los clásicos malentendidos, en los que Godai es todo un experto.
El problema de este tipo de comedias románticas suele ser la sensación de repetición y estancamiento del argumento. Aunque hay algunos momentos en los que la serie parece caer en esto, la autora rápidamente sabe salir de esa situación introduciendo nuevos elementos y personajes, aportando constantemente un soplo de aire fresco sin olvidarse de la historia principal.
Respecto al dibujo, Rumiko ha conseguido que sus personajes transmitan muy bien las emociones. Y es que Maison Ikkoku nos deja una sensación muy tierna y esperanzadora, con escenas muy bonitas y buenas sensaciones en el cuerpo tras la lectura de sus tomos.
En resumen, un clásico totalmente recomendable.