Y empezamos otra nueva sección, en esta ocasión dedicada a la historia del manga y el anime en España, en la que iremos publicando artículos varios sobre tiempos pretértiros con especial atención al nacimiento de la industria en nuestro país. ¿Quién fue el iluminado al que se le ocurrió empezar a editar manga en castellano? ¿Cómo se hizo? ¿Cómo eran los otakus de entonces? Son sólo algunas de las cuestiones a las que intentaremos dar respuesta.
Pero esta sección no será como las demás, queremos que sea un espacio interactivo y multimedia. Es decir, queremos contar con tu ayuda y participación activa en el desarrollo de estos artículos. La ventaja de internet es que la información se puede ir actualizando y creciendo con los aportes de la gente y así lo haremos en esta sección. Publicaremos un artículo base que esperamos ir apliando y revisando con vuestras experiencias, recuerdos y aportaciones, de ahí lo interactivo. Sobre lo multimedia es porqué estos artículos que haremos con vosotros también tendrán versión radiofónica, en nuestro podcast, y el objetivo final será editarlo todo en un bonito libro recopilatorio en el que se reconocerá a todos los que colaboréis con nosotros.
¿Os apuntás este apasionante viaje? Seguro que será algo inolvidable…
EL FENÓMENO DRAGON BALL (Parte III)
LOS CROMOS DE PANINI Y LOS FANZINES (1992)
Desde 1990 hasta 1992 el panorama fue muy desolador, los fanarts de Goku y producciones piratas daban vergüenza ajena pero todo cambió cuando en diciembre de 1991 Panini llegó con su correspondiente colección de cromos realizados a base de imágenes sacadas directamente de los fotogramas de la serie. Por fin material oficial a color con la esencia de la serie. El éxito fue inmediato e histórico,y aunque la tirada inicial fue de 5 millones de sobres y 100.000 álbumes al mes siguiente ya tuvieron que doblar la tirada alcanzando ventas de hasta 14 millones de sobres de cromos sólo en Catalunya. Los responsables de la edición se presentaban como unos triunfadores ante la prensa de la época.
La colección adaptaba la saga de los Saiyan pero pronto salió una segunda parte con la continuación de la serie, una tercera que adaptaba la primera etapa de Dragon Ball, las Combat Cards coleccionables… una cantidad ingente de material coleccionable y es que de alguna forma los cromos de Panini sustituyeron a las fotocopias. Como dato anecdótico apuntar que a finales de 2011 Panini lanzó un nuevo álbum de cromos de Dragon Ball, 20 años después la editorial sigue apostando por la misma fórmula, así que ya os podéis imaginar el impacto que supuso para la empresa.
Pero seguramente, la consecuencia más interesante de la colección fue la invasión del Mercat de Sant Antoni en Barcelona o del Rastro en Madrid, emplazamientos habituales de los coleccionistas dónde acudir a intercambiar cromos, sellos, o cualquier elemento coleccionable. El caso es que el monopolio de los cromos de fútbol estaba siendo superado por las colecciones de Dragon Ball, con lo que el mercado se convirtió en punto de encuentro para los fans de la serie y caldo de cultivo del movimiento otaku en España.
El fenómeno adquirió tales dimensiones que causo serios problemas logísticos a un Mercat de Sant Antoni que no estaba diseñado para absorber tal cantidad de gente. Las aglomeraciones causaron más de un disgusto a los responsables del recinto. La fiebre por su intercambio llevó a cientos de familias a colapsar la circulación en los aledaños del mercado, donde fue necesario un contingente extraordinario rio de efectivos de la Guardia Urbana para controlar el caos. La prensa generalista se hizo eco de la situación vivida:
Los cromos fueron la excusa, las fotocopias la esencia, y cualquier material relacionado con Dragon Ball multiplicaba su demanda por mil. Incluso aquel merchan español de tan baja calidad empezó a volver locos a los niños, y no tan niños, que empezó a copar todas las paradas del Mercat de Sant Antoni.
Por su banda el fenómeno de las fotocopias evolucionó a los fanzines. Cels Piñol fue el primero que dedicó una de sus entregas del fanzine Kiusap a Dragon Ball y Dr.Slump. El fanzine no era otra cosa que un compendio de las mejores fotocopias que circulaban por los patios de las escuelas pero fue un éxito brutal.
Además del éxito comercial, sentó las bases de una fiebre fanzineril en la que llegaron a publicarse simultáneamente más de cincuenta fanzines con portadas de Dragon Ball, algunos con más contenidos que otros pero todos con el objetivo claro de compartir su pasión. Los mejores lograron evolucionar a las que fueron las primeras revistas de manga en castellano, pero esa ya es otra historia que trataremos en capítulos futuros.
Por otra parte, las ganas de compartir la afición por Dragon Ball llevó a la creación el Club de Fans de Akira Toriyama.
El Club de Fans de Akira Toriyama
Núria Teuler y Álex Samaranch fueron los impulsores de dicho club de fans que realmente se vio desbordado por la alta demanda, se colapsó, y muchos no llegaron ni a recibir el carnet. Además de algunas rencillas personales pondrían fin al fue el primer movimiento asociacionil de otakus. Núria y Álex terminaron haciéndose la competencia, una en el estudio Inu con la revista Kame y el otro en Camaleón con la revista Neko.
MATERIAL DE IMPORTACIÓN
Ante la fuerta demanda de material oficial de calidad sobre Dragon Ball, unos cuantos iluminados lo vieron claro, había que importar material de Japón para venderlo aquí. Continuará Comics o Max de Chunichi para Norma Comics fueron algunos de los pioneras pero hay mucho más.
El contrabando estaba a la orden del día e incluso la Guardia Civil llegó a actuar para ponerle freno.
La Vanguardia 9 de marzo de 1992 |
De esta forma, se establecieron puentes comerciales con Japón que hoy día todavía perduran y que nutren de merchandising japonés las librerías especializadas que visitamos habitualmente.
LLEGA EL MANGA ORIGINAL (1992)
Otro visionario fue el director de Planeta De Agostini Comics, Antonio Martín. Era habitual que las series que tenían éxito fuesen también adaptadas al cómic por autores españoles como un producto más de merchandising que aprovechaba el tirón televisivo para hacer el negocio de la temporada, una práctica que se inició en los años 70 y que se prolongó hasta Oliver y Benji o Supergol.
Sin embargo, en esta ocasión el manga ya empezaba a despuntar en Estados Unidos a través de editoriales independientes y la recién establecida Viz (con Kamui, Crying Freeman…). Los cómics de superheroes habían tocado techo y el mercado parecía estancado, necesitaba aires nuevos y esos tebeos japoneses que empezaban a llegar a occidente parecían una buena apuesta.
Antonio y los suyos se propusieron editar el manga original de la serie en lugar de realizar una adaptación española como se había hecho hasta la fecha.
Antonio Martín relata así su experiencia:
«Mi primer y emocionante contacto con el manga Dragon Ball se lo debo a mi buen amigo Alfons Moliné, gran experto que me entrego en préstamo un ejemplar del nº1 del manga recopilatorio de Dragon Ball. Y así comenzó todo… Una larga labor de equipo, resumida en el primer y difícil contacto con la editorial Shueisha (faxes, faxes, más faxes, Frankfurt, cartas, teléfono, más faxes…) y, finalmente, el premio a nuestro interés y esfuerzo: la concesión editorial sobre el manga de Dragon Ball para su edición en español y catalán.»
Las negociaciones fueron duras y se iniciaron en septiembre de 1991, y a la dificultad de competir con la mayoría de editoriales españolas de cómics, que tambien se unieron a la puja para hacerse con la licencia, hay que unirle el hecho de que en 1991 las comunicaciones no eran como hoy en día y que Japón era como un mundo exótico procedente del futuro, o algo así. El caso es que no estaba muy claro con quien se tenía que negociar para poder licenciar el comic original de Dragon Ball. Tirando de la cuerda llegaron a contactar con la revista Dorothée, luego con AB Group, y finalmente negociaron con Shueisha a través de la Agencia Tuttle-Mori. Los españoles se preparaban para viajar a Japón y hacer historia.
Los japoneses tampoco estaban acostumbrados a negociar con los españoles y el choque cultural fue importante, el realizar dos ediciones simultaneas, la serie blanca y la roja, fue quizá el punto más discutido tal y como recuerda el mismo Antonio Martín:
«Las objeciones básicas que tenían que resolverse eran: la existencia de dos ediciones de partes distintas de la serie Dragon Ball, publicadas en paralelo, obligaria a buscar una manera de diferenciarlas radicalmente. Además, no podría llamar a la segunda y nueva colección Dragon Ball Z, aunque se correspondiera con los dibujos ya que el manga solo lo han llamado, y lo llaman, Dragon Ball; por eso, ni ellos ni Akira Toriyama aceptarían «esta» Z en el título. Además […] no podría empezar la colección con el número 1, sino que el primer episodio tendría que llevar la cifra de órden correlativo que le correspondía dentro del conjunto total de la serie. Y este era el problema.»
Finalmente, en la Feria del Libro de Frankfurt de 1991 se cerraba el acuerdo y unos meses más tarde se hacía pública la adquisición de la licencia del manga original de Dragon Ball, un hecho histórico que tuvo repercusión hasta en la prensa escrita que como si de Mision Tokyo se tratase anunciando a bombo y platillo la adquisición de la nueva licencia para su linea manga y los detalles de su futura edición:
Por primera vez se editaba un cómic de periodicidad semanal, con dos ediciones simultaneas, en dos idiomas distintos y encima de orígen japonés, se mire por donde se mire un riesgo que les salió redondo y que dio el pistoletazo de salida a la industria del manga en España.
A pesar del alto coste de la edición, pues a diferencia de los tradicionales cómics americanos había que invertir el orden de lectura, rotular las onomatopeyas, traducir del japonés, los royalities… Planeta planeó una tirada semanal de 100.000 ejemplares en catalán de «Bola de Drac» y 50.000 de «Dragonball» en castellano, lo que se traduce en más de 600.000 ejemplares mensuales. Si los mangas de hoy raramente alcanzan los 4.000 ya os podéis imaginar el impacto que supuso Dragon Ball.También es significativo el hecho de que en los primeros números la edición en catalán vendiese casi el doble que la española, esto se debe a que el impacto que Dragon Ball tuvo en Catalunya fue muy superior al del resto de España debido a que TV3 estaba mucho más instaurada en la sociedad catalana que el resto de canales autonómicos en sus respectivas comunidades. Aunque la serie rompió todos los récords de audiencia allí donde se emitió.
El estreno del manga de Dragon Ball se hizo coincidir con el Salón del Cómic, entonces Planeta ya hacía un par de meses que había empezado a editar manga, concretamente Crying Freeman y El Puño de la Estrella del Norte, procedentes de EUA, con quienes ya estaban acostumbrados a negociar. Algo que hubiese sucedido también con Dragon Ball de no ser porqué su manga no se había publicado ni en EUA ni en Francia. Efectivamente, por una vez fuimos los primeros en algo y pudimos disfrutar de la obra de Akira Toriyama antes que cualquier otro país occidental.
Lo anecdótico del caso, es que el manga llegó cuando todavía prevalecía la fiebre por las fotocopias, tal es caso que el material promocional que usó Planeta para apoyar el lanzamiento del manga en el Salón del Cómic fueron precisamente fotocopias originales bajo licencia de Shueisha, algo que los japoneses debieron flipar cuando les solicitaron permiso para hacer algo así.
DRAGON BALL EN EL X SALÓN DEL COMIC (1992)
Joan Navarro, antes de dirigir Glénat, fue director del Salón del Comic de Barcelona. Coincidiendo con la salida al mercado del manga original y tras un Salón, el de 1991, en el que Dragon Ball fue el gran protagonista ausente tal como declaraba Joan Navarro al periódico La Vanguardia: «En el pasado Saló del Cómic, uno de cada tres visitantes preguntaba dónde se podían obtener estos tebeos. La imposibilidad de satisfacer ese deseo ha creado una especie de \’mono\'».
Para el Salón de 1992 se intentó traer a Akira Toriyama, algo que evidentemente Shueisha no consintió pues contractualmente impedía a los autores de la Jump viajar al extranjero mientras se publicase su obra para evitar un parón en las entregas semanales, algo que no se podía permitir la revista japonesa, que por atnocnes tiraba una media de seis millones de ejemplares semanales en gran parte gracias a Dragon Ball.
Sea como fuese aunque el país invitado de esa edición fue Alemania, el Salón estuvo marcado por la fiebre Dragon Ball y el éxito comercial del manga se interpretó como la primera primera penetración cultural de los japoneses en occidente. Estaba claro que el manga estaba de moda y en la siguiente edición (la de 1993) el país invitado no podría ser otro que Japón, en un Salón que pasaría a la historia por la gran cantidad de invitados japoneses que asistieron.
—> CONTINUAR LEYENDO: EL FENÓMENO DRAGON BALL (Parte IV) <---