Y empezamos otra nueva sección, en esta ocasión dedicada a la historia del manga y el anime en España, en la que iremos publicando artículos varios sobre tiempos pretértiros con especial atención al nacimiento de la industria en nuestro país. ¿Quién fue el iluminado al que se le ocurrió empezar a editar manga en castellano? ¿Cómo se hizo? ¿Cómo eran los otakus de entonces? Son sólo algunas de las cuestiones a las que intentaremos dar respuesta.
Pero esta sección no será como las demás, queremos que sea un espacio interactivo y multimedia. Es decir, queremos contar con tu ayuda y participación activa en el desarrollo de estos artículos. La ventaja de internet es que la información se puede ir actualizando y creciendo con los aportes de la gente y así lo haremos en esta sección. Publicaremos un artículo base que esperamos ir apliando y revisando con vuestras experiencias, recuerdos y aportaciones, de ahí lo interactivo. Sobre lo multimedia es porqué estos artículos que haremos con vosotros también tendrán versión radiofónica, en nuestro podcast, y el objetivo final será editarlo todo en un bonito libro recopilatorio en el que se reconocerá a todos los que colaboréis con nosotros.
¿Os apuntás este apasionante viaje? Seguro que será algo inolvidable…
EL FENÓMENO DRAGON BALL (Parte II)
LAS FOTOCOPIAS (1991)
Sin comerlo ni beberlo, sin haberlo previsto, sin ninguna campaña de marketing ni publicidad de pago, Goku consiguió hacerse un hueco en los corazones de los niños de los 90 y mucho más que éso. Hasta la fecha todos los éxitos comerciales eran producto de estudiadas estrategias de marketing que coincidiendo con la emisión de la serie se ponían a la venta un buen surtido de merchandising que oportunamente se anunciaba en televisión. El problema es que en esta ocasión Dragon Ball era una serie barata licenciada únicamente para llenar programación y que encima procedía de un mercado más alejado que el de las superproducciones americanas que hasta entonces habían dominado las modas infantiles con sus estudiadas estrategias. Era una producción japonesa y pillo con el pie cambiado a las empresas que tenían los ojos puestos en EUA y no estaban acostumbradas a trabajar con Japón. Así pues, surgió una demanda que nadie había previsto y que nadie estaba en disposición de abastecer. Ante esta situación emergió gran cantidad de material pirata casero, el más emblemático de la época por lo inverosímil y particular que resulta, es el fenómeno de las ya legendarias fotocopias de Dragon Ball. El éxito de las mismas sería un buen objeto de estudio sociológico pero me voy a limitar a apuntar que este producto cumplía las características oportunas para que tuviera tanto éxito. Primero, a diferencia de la mayoría de material que corría, eran ilustraciones sacadas del manga original de Akira Toriyama, asi que su calidad era encomiable, más allá de las carencias del soporte y de ser en blanco y negro. En segundo lugar la sensación de oportunidad y escasez no hacían otra cosa que alimentar este fenómeno que cubría las ansias coleccionistas y consumistas tan difícil de conseguir por los cauces comerciales habituales. En tercer lugar, su precio era realmente económico. Y por último, porqué muchas veces mostraban imágenes inéditas de lo que todavía no se había visto en televisión, dando pie a mil interpretaciones y rumores de lo que iba a acontecer en la serie de moda que todos seguíamos. Así que poseer una buena fotocopia te hacía sentir el verdadero rey del patio al que todo el mundo envidiaba.
Como he comentado, la mayoría de fotocopias procedían del manga original pero en realidad era habitual recurrir a la revista francesa del Club Dorothée (algo así como el Club Super 3 o el Club Megatrix pero en versión francesa). La revista estaba editada por la división editorial de AB Group, que poseía los derechos de Dragon Ball (entre muchos otros animes) y que se encargaba de nutrir al programa contenedor de la televisión francesa presentado por la misma Dorothée, una popular cantante infantil de la época. La revista ofrecía pósters y artículos nutridos de ilustraciones, pues al poseer la licencia tenía acceso a mucho más material que la mayoría de mortales. Como la publicación no llegaba a nuestros quiscos lo que se hacía era fotocopiar los dibujos y así seguir alimentando el mercado negro de fotocopias.
Evidentemente también salieron cosas muy bizarras en forma de fanarts, como la famosa fotocopia hentai de Goku enculando a Bulma al grito de «alárgate bastón mágico» u otras de índole más hentai que no hicieron otra cosa que alarmar a los padres y alterarnos las hormonas.
Como en principio era ilegal vender imágenes de las que no se poseían los derechos, lo que hacían muchas papelerías era tener su colección de fotocopias que te prestaban si querías hacer una fotocopia en su establecimiento que evidentemente cobraban. Así nació todo un mercado clandestino que los más veteranos recuerdan con pasión por las razones que he comentado anteriormente y porqué ¡qué carajo! Goku molaba demasiado y querías poder acceder a él en cualquier momento del día y no sólo en sus efímeras apariciones televisivas.
EL MERCHAN ESPAÑOL (1991)
La mayoría de merchandising llegó tarde y mal, a excepción de los cromos de Panini que fueron otro fenómeno memorable. Hasta 1992 la mayoría de material eran producciones caseras piratas como pegatinas o camisetas serigrafiadas pero tras el éxito que empezó a tener Panini con su colección de cromos, de la que hablaremos luego, las empresas se percataron de la oportunidad de negocio y, ante la imposibilidad de disponer de material original, no tardaron en producir sus propios productos basados en fanarts españoles de dudosa calidad. Realmente eran horribles y había que echarle bastante imaginación para creerse que ese pelopincho amorfo era en realidad Goku. Las fotocopias seguían siendo las favoritas pues, mayormente, procedían del manga original de Akira Toriyama, así que las ilustraciones eran de mayor calidad que lo que ofrecían las empresas y sobretodo conseguían transmitir la esencia de Dragon Ball, aunque fuese en blanco y negro. A fin de cuentas, el merchan español muchas veces alteraba los colores originales y nada tenía que ver con lo que veíamos por la televisión.
Matutano fue una de las empresas que antes y mayor partido sacó de la fiebre Dragon Ball. En las bolsas pequeñas incluyó cromos fluorescentes de la serie cuyo reverso era 1 punto, con 4 puntos te daban un «Muñecogoma» realizado por la empresa Yolanda. También sacaron unos pósters coleccionables que se conseguían con las bolsas grandes. Creo que nunca en mi vida he insistido tanto a mi madre para que comprase snacks de Matutano. Los pósters estaban muy mal dibujados, eran fanarts cuyo parecido con la realidad era pura coincidencia, y lo peor es que esas ilustraciones sirvieron para nutrir a todos los productos «legales» que salieron en la época. Pero definitivamente era lo único que había.
Petit Suisse también tuvo su promoción con Dragon Ball, siempre con los mismos fanarts horribles que daban vergüenza ajena. Fueron unos dioramas con adhesivos que recreaban escenarios de la serie con pegatinas de los personajes que se pegaban y despejaban para que ¿hicieras tu propia escena?
Los chicles incluyeron calcomanías de la serie y una promoción para conseguir los mismos pósters que Matutano pero con el logo de Sonrics.
La revistas de la época tampoco dejaron perder la oportunidad y cabeceras como Pronto o Teleindiscreta incluyeron a Goku entre sus promociones.
Y posteriormente salieron los productos típicos que solían salir sobre la series de éxito, los pastelitos Panrico, la colonia, el disfraz, huevos de chocolate (con los que regalaban los mismos muñecos Yolanda pero en plástico duro)… y un largo etcétera de merchandising basado en los horrendos fanarts de Dragon Ball.
Definitivamente, como niños no eramos demasiado exigentes con la calidad de los productos que nos ofrecían. Y allí donde no llegaban los creativos de las empresas llegaba, y se sobraba, nuestra rica imaginación.
Posteriormente Planeta sacaría material de mayor calidad como postales, poster-books o puzzles. La lista de material se prolonga hasta nuestros días como comenta Jordi Rey, director de Biplano (agencia Promociones & Merchandising que representa los derechos de Dragon Ball).
«Dragon Ball es como un corredor de maratón. Guillem, el que hoy es director de marketing de Biplano, fue de los que, hace 20 años, hacía fotocopias «piratas» con Dragon Ball, y hoy aún seguimos disponiendo de un catálogo de empresas que siguen apostando y creciendo con esta propiedad. Increíble pero cierto» Jordi Rey, Director de Biplano Licensing.
Pero lo cierto es que ninguna promoción fue tan significativa como la colección de cromos adhesivos de Panini. Una auténtica locura que obligó al ayuntamiento de Barcelona a tomar medidas para mantener el orden público.
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