Cuando Netflix acomete el proyecto de adaptación de un trabajo no parece tener término medio. O inicia un proyecto y hace una obra de arte o bien por el contrario se estampa contra un muro.
Cuando el material al que referencian es una obra literaria o tal vez un producto de mitomanía norteamericana el resultado es bastante apetecible y correcto dentro de los estándares a los que la plataforma digital nos tiene acostumbrados. Sin embargo cuando tratan de repetir su fórmula en un producto nipón los resultados son tan infructíferos como la transmutación de Trisha Elric por parte de su prole.
Podemos extender esta analogía porque la verdad es que Netflix lleva muy bien la lista de la compra de ingredientes para crear su producto de alquimia. El elenco de actores, un buen estudio, el presupuesto, el director, el equipo de voces en castellano, el propio guión de Hiromu Arakawa… todo es fantástico. Hasta que llega el fatídico momento en el que ponen las pezuñas en el círculo de transmutación y pecan otra vez contra el séptimo arte.
Hemos de ser justos. Condensar una historia tan densa y rica como lo es la de Full Metal Alchemist es una tarea ardua y complicada. Hay demasiados personajes carismáticos con sus trasfondos, tramas secundarias muy relevantes así como mitología y folclore que explicarle al espectador como para tratar de meterlo en poco más de dos horas de metraje. Bien es cierto que lo que se nos ofrece es una adaptación y como tal no tiene que limitarse a ser un calco exacto de la obra original. El guión puede estar sujeto a cambios para modificar determinados acontecimientos y como se nos presentan. Siempre y cuanto la integridad estructural del edificio se mantenga y no se derrumbe como un castillo de naipes. En este aspecto el film no fracasa. Acota un determinado segmento del argumento y lo adapta para hacer con él una historia auto conclusiva con los recursos de los que dispone.
¿Puedo ver Full Metal Alchemist sin conocer el anime/manga? Puedes, pero tal vez el visionado te deje con bastantes dudas sobre el funcionamiento de la obra y más de una agujero argumental importante. La película referencia constantemente a Ishbal, los homúnculos y otros muchos sucesos que son ajenos para el espectador desconocedor de la obra de Arakawa. Si el objetivo del film es que te intereses por el manga o el anime para ser tú mismo quien rellene los huecos entonces hace una labor soberbia.
Argumentalmente la película adapta y resume los acontecimientos que transcurren desde el inicio del manga hasta poco después de los sucesos del Laboratorio 5. Se han cambiado muchas localizaciones y eventos para poder encajarlo todo de acuerdo a las 2 horas impuestas de metraje. Consecuencia de esto es que falten personajes importantes de la trama original, que sus roles fueran remplazados por otros ya presentes o bien que otros protagonistas que se supone no deberían de estar ahí tengan más peso en la historia del que les correspondería originalmente. A raíz de estas decisiones la película presenta a unos villanos que no realizan sus roles habituales así como unos secundarios que no se encuentran en las situaciones que cabría esperar. Resultado de ello es que Winry o Tucker tengan mucho más peso en pantalla del que le corresponde o bien que las motivaciones de los homúnculos, la mano que los maneja y su relación con el ejército nos sean completamente extrañas.
La Warner Brothers sigue siendo una compañía con mucho empaque. A nivel visual, de localizaciones y de fotografía la película cumple muy bien con sus expectativas. No tiene nada que envidiar a sus producciones de los 90 si las visionamos desde una perspectiva actual del cine Blockbuster. Los efectos especiales asociados a las trasmutaciones alquímicas están bien conseguidos. Plásticamente tienen resultado en pantalla dentro de lo que cabe esperar de un Live Action nipón. A nivel de vestuario y caracterización de personajes el trabajo realizado por el equipo de la película ha sido muy meritorio. Con la salvedad de Winry que lleva unos modelitos mucho más variados de aquellos a los que nos tiene acostumbrados. La verdad es que tanto los uniformes del ejército como su ropas de civil conservan cierto nivel de rigor. Del mismo modo los atuendos que lleva Ed son coherentes en todo momento con los diseñados por la propia Arakawa. Si lugar a dudas uno de los grandes aciertos de la película es la recreación de Alphonse Elric. Es muy de agradecer que se le ofrezca al público en un soporte físico y no una creación enteramente CGI que sea completamente imposible encajar en las secuencias con el resto de actores.
A nivel de audio la película deja bastante que desear. Las músicas escogidas son breves reminiscencias y ports de lo que hemos visto en las distintas versiones de la serie de animación. Si bien los main theme están ahí y nos meten en la película el resto de temas no destacan en absoluto ni dan el soporte necesario a aquello que estamos viendo en pantalla dado que en ocasiones ni siquiera consiguen cubrir los silencios.
El trabajo de dirección de Fumihiko Sori es muy irregular y descuidado en todo lo que se refiere al tratamiento con actores. En los espacios abiertos utiliza planos cortos y en los interiores se empeña en utilizar planos generales dando un contraste en pantalla muy poco fluido y coherente. Su buen hacer sin embargo si que está presente a la hora de acotar las escenas que cuentan con efectos especiales que interactúan con los actores. En ese tipo de secuencias es donde la experiencia del director en el campo de los efectos visuales queda patente.
El elenco de actores escogidos para Full Metal Alchemist tiene una trayectoria meritoria dentro de la industria del Live Action. En esta ocasión no se puede culpar a la Warner o Netflix de “whitewashing” como en los casos de Death Note o Ghost in the Shell. Las actuación de la mayor parte del casting es aceptable dentro de los standares de un live action japonés. Los niveles de sobreactuación están en sus cotas máximas para tratar de reflejar fielmente personajes como Al, Ed, Riza, Hughes o Mustang. Pero por otra parte también tenemos secundarios con una interpretación mucha más desdibujada del original como son los casos de los homúnculos o de la propia Winry que está completamente fuera del personaje.
Si bien ha sido un acierto la selección del grupo de actores de voz en castellano que adaptan la película no lo ha sido tanto el acierto a la hora de adaptar los textos. En más de una ocasión los rangos militares no son los correctos ni tampoco los nombres de las localizaciones
Full Metal Alchemist no es desde luego un ciasco cinematográfico. Dista mucho de ser una obra de culto dentro de la industria como lo es Rurouni Kenshin pero tampoco es ningún tumor visual. Adapta de una forma comedida parte de las vivencias de los hermanos Elric y da pie a una futura continuación que tal vez sea capaz de subsanar todos aquellos problemillas y dudas que su visionado deja en el espectador. Hay un cierto intercambio equivalente entre todo lo bueno y lo malo que tiene que ofrecer esta adaptación. En vuestras manos de alquimistas nacionales queda decidir si sacais algo en limpio de ver a través de la peculiar puerta de la verdad de Netflix o simplemente os topáis con otra falsa piedra filosofal.
La verdad, la adaptación no está mal del todo, lo que realmente no me ha gustado han sido la serie actuaciones de algunos actores por no decir la mayoría, llevados casi al límite de la sobreactuacion.
Este artículo arranca en una falacia terrible. Netflix compro derechos de transmisión. La productora fue la warner bros, netflix no tiene nada que ver en la versión final de esta película. Es como si le echaran las culpas a selecta por la animación de las series que distribuye…
Tal falacia no existe porque pese a ser Warner la productora Netflix es en este caso co-productora, como lo es en mayor o menor medida de muchos contenidos de su parrilla. Es por ello que del mismo modo que hace Warner pues la propia Netflix como tal tiene capacidad de decisión sobre el producto y sus contenidos, al igual que lo tiene sobre la exclusividad de la plataforma de emisión.