Dragon Ball originalmente tenía que ser una libre adaptación de Viaje al Oeste: La leyenda del Rey Mono en la que el protagonista, un mono aventurero, emprendía la búsqueda de las bolas de dragón. Una serie corta, de una temporada, llena de humor, acción y aventuras que entretuviera a los lectores de la Shonen Jump durante un año y que abonase el terreno para que un joven Toriyama progresase como mangaka profesional.
Mucho se ha escrito sobre Dragon Ball, poco tenemos que añadir, por lo que el presente artículo pretende ser un homenaje a la obra de Toriyama ahondando en aquellos aspectos más ignorados por la mayoría de escritos.
«El camino que decide seguir Goku es una ascensión hacia las divinidades disciplinando el cuerpo y la mente, y sobretodo siguiendo los principios de respeto, amor, humildad, cortesía, verdad, justicia, sinceridad, honor, lealtad y crear una consciencia de superación personal sin alimentar el ego.»
Goku es un niño prodigio libre de las pulsiones de los adultos que encarna la quintaesencia del caballero andante, luchando por sus ideales según los principios del Shugyo, enfrentándose a las adversidades y conquistando sus debilidades interiores. Su inocencia y pureza le permiten estar en una armonía constante y mantener una sincera sonrisa la mayor parte del tiempo. Purificando su alma logra aumentar su fuerza física, superar a sus maestros y alcanzar el máximo grado de divinidad inmortal.
Otro aspecto a destacar son los entrenamientos de Goku bajo la tutela de sus maestros, que lejos de alcanzar una perfecta instrucción de movimientos y técnicas marciales dentro del marco teórico de un dojo, los senseis de Goku procuraron transmitirle una actitud, una forma de sentir, de pensar y de afrontar las adversidades de la vida. Las armas del conocimiento le permitirían llevar a cabo la práctica sincera del Kung Fu, y no una serie de movimientos vacíos que cualquiera puede llegar a aprender. Lo que en realidad le enseñan a Goku es el camino, que va más allá del mero combate con el oponente.
EL FENÓMENO
Acostumbrados a las producciones de Filmation, Disney o Hanna Barbera, Dragon Ball realmente suponía una revolución en nuestras televisiones. Un niño aprendiz de Kung Fu que en cada episodio iba progresando más y más, conociendo a nuevos personajes que luego se interrelacionaban entre ellos, creciendo mientras vivía emocionantes aventuras, sufriendo carismáticos enemigos y una trama que, además de enganchar, continuaba en cada episodios cual culebrón venezolano, todo perfectamente orquestado con un ritmo trepidante que marcó, para siempre, un antes y un después.
Aunque bastante tarde, las empresas se pusieron las pilas y empezaron a explotar el tirón comercial de la serie, de tal intensidad que actualmente lo seguimos sufriendo. Cromos, cutre muñecos basados en fanarts, gomas, banda sonora española, camisetas, tazos… Pero seguramente, la mayor revolución la vivió el panorama editorial de cómics, pues el éxito de ventas de la edición del manga original de Toriyama fue tan bestial que empezaron a licenciar cualquier material procedente de Japón que recordase a Goku y compañía. Podríamos decir que fue el nacimiento de la industria del manga en España.
Cada vez que se ha emitido de forma regular Dragon Ball en televisión ha sido un éxito. Después de casi 20 años de su primera emisión en España la serie sigue estando vigente y siendo un filón comercial importante. Definitivamente, Goku y compañía ya forman parte de la cultura nacional.