La crisis del manga…
¿Pasajera o definitiva?
Vivimos una época en la que, después de unos años de vacas (muy) gordas en el mundo del manga, parece que la cosa empieza a perder fuelle. En estos últimos años, hemos visto cómo las editoriales “de siempre” han ido sacando montones y montones de títulos al mercado, con cadencias trepidantes y experimentos relativos al precio –precios económicos–, la distribución –lanzamiento a kioscos, venta en hipermercados– y la calidad de los tomos –ediciones más sencillas y ediciones “de lujo” –, cómo nuevas editoriales han ido apareciendo de la nada, cómo se ha experimentado con todo tipo de géneros más allá de los tradicionales shônen, shôjo y seinen –josei, clásico, un poco de yaoi…–, cómo se ha ampliado el abanico de obras a licenciar y se han incorporado a los catálogos obras coreanas y chinas, etcétera.
Sin embargo, aunque aún no es demasiado perceptible en las tiendas de cómics, que siguen inundadas de tomos de manga, sí es cierto que estamos ante un claro declive de la edición de manga en nuestro país. Como ya se pudo vislumbrar en mi propio estudio del mercado, (http://www.mangaland.es/2010/01/estadisticas2009/) ya hubo cierto bajón en la cantidad de novedades manga editadas en España en el año 2009. Este declive, que parece –y en realidad es– muy nimio, se evidencia mucho más si analizamos por encima la situación actual en estos escasos dos meses del año 2010 que han transcurrido. La caída es realmente pronunciada.
Estamos viviendo un recorte drástico de títulos editados y de nuevas licencias, prolongamiento de las cadencias –casi no queda ninguna colección mensual, la mayoría han pasado a bimestral o incluso a aperiódicas–, finalización de los experimentos con el precio –vuelven los precios caros de antaño, que incluso suben–, la distribución –restringida ahora a librerías especializadas y centros como FNAC o el Corte Inglés–, caída de las nuevas editoriales, que debido a su fragilidad no han podido aguantar el ritmo, y restricción de la tipología de manga a lo que más vende, básicamente shônen y shôjo, además de una clara apuesta por ediciones de lujo de obras ya publicadas en el pasado, que tienen la doble ventaja de tener unas ventas aseguradas debido a que el público ya las conoce debido al boca-oreja y de ser muy económicas debido al evidente ahorro en costes de traducción y rotulación.
Y las evidentes preguntas: ¿Por qué? ¿Quién tiene la culpa? ¿Es esta una crisis del manga pasajera o estamos ante el desplome definitivo de la burbuja del manga, que no volverá a hincharse nunca más hasta las cotas máximas que alcanzó en 2007 y 2008?
¿Por qué?
La respuesta parece obvia: se ha publicado demasiado material para un público potencial demasiado escaso. La gente se ha limitado a comprar lo más conocido, o lo más pedido, y se han dejado de lado grandísimas obras que han pasado desapercibidas, víctimas de la brutal avalancha de novedades que semana a semana inundaba las librerías. Y también se ha publicado muchísima bazofia.
Otra causa es la crisis económica que nos invade actualmente: obviamente, pasar de un 8% a casi un 20% de paro en cuestión de un año significa que hay muchas más familias en situación precaria que antes, que la gente está continuamente temiendo por su situación económica, por quedarse en el paro en cualquier momento, y por lo tanto economiza. Y una de las cosas con las que es más fácil economizar es con el ocio. Si no voy al cine, dejo de gastar 7-8 euros, si no compro un DVD, dejo de gastar 10-15 euros, si no compro un libro, lo mismo…
Más causas: ¿puedo mencionar la influencia de internet o me fusilaréis? Es obvio que es muy sencillo bajarse scanlations de casi cualquier manga con un mínimo de éxito, y si uno va escaso de dinero y puede leer gratis un manga, aunque sea de forma precaria en una pantalla… ¿Se va a gastar entre 7,5 y 9 euros para comprárselo en papel? Unos pocos sí, pero la mayoría es obvio que no. No vamos a engañar a nadie con hipocresías.
¿Quién tiene la culpa?
Pues un poco todos, ¿no? Las editoriales, por dejarse llevar por la euforia y licenciar a diestro y siniestro sin pensar en las consecuencias, también empujadas por la propia competencia –si mi rival ha comprado diez series, yo no voy a ser menos, no vaya a ser que me quede atrás–. Y los lectores, por pedir más y más y más y más. Estos últimos años me he hartado de leer este tipo de comentarios por Internet. “–Oye, ¡que Pepito Editorial ha licenciado Sora o tobu buta!” “–¿En serio? ¡Genial, me gusta mucho ese autor! ¡A ver si se animan y editan también Mimineko, del mismo autor!” ¿Es que no podemos estar contentos con una licencia que automáticamente tenemos que pedir otra y otra y otra?
¿Es una crisis pasajera o la hemos pifiado?
Pues es complicado de decir, la verdad. La cosa no pinta nada bien por las razones que he esgrimido antes, eso es un hecho. Además, vivimos un momento extremadamente complicado y crucial para el futuro del sector: el libro electrónico.
Por un lado, el libro electrónico puede ser una bendición para el lector de manga. Creo sinceramente que el cómic, y dentro del cómic el manga, está llamado a ser un puntal en este sector. Estamos hablando de obras de lectura rápida y muy amena. El manga es ideal para el formato e-book: es de lectura trepidante y se compone de muchas páginas. Si debido a la eliminación de los costes de impresión y distribución, el precio de cada tomo se reduce a una fracción del actual y podemos comprarnos, por ejemplo, Kimagure Orange Road completa por solo 20-30 euros, estaremos comprando casi 4000 páginas de diversión a un precio de risa. Por no decir que no tendremos que almacenar toneladas de papel en casa y que nos podremos llevar toda la mangateca de vacaciones sin tener que acarrear kilos y kilos de libros (¿recordáis cuando nos teníamos que llevar los CDs a cuestas cuando aún no existían los iPod, y cuando teníamos que elegir qué CDs llevarnos y cuáles dejar atrás?)
Sinceramente, creo que, aunque ahora estamos viviendo una época bastante mala para el manga en nuestro país, nos encaminamos a una situación en la que, dentro de unos pocos años, podremos tener acceso a tanto manga que podríamos pasarnos días y días leyendo sin terminárnoslo jamás.
Y sin embargo, esto no está exento de peligros. Me hago muchas preguntas: ¿qué será de las editoriales españolas que actualmente licencian en Japón? ¿Realmente los precios de los e-books serán suficientemente baratos para ser atractivos (de momento, por lo que se ve en EE.UU. la respuesta es NO)? ¿Será la obvia piratería que se instalará también en este mercado –de hecho, aunque de forma embrionaria, ya está ahí– un factor desestabilizador del mercado?
Todas estas son cuestiones que me planteo a menudo últimamente, pero por ahora prefiero dejarlas en el aire ya que me temo que por esta vez ya he escrito demasiado. Si queréis, podéis empezar un debate en los comentarios y el mes que viene abordo este tema. ¿Os parece?
Texto por: Marc Bernabé