Y empezamos otra nueva sección, en esta ocasión dedicada a la historia del manga y el anime en España, en la que iremos publicando artículos varios sobre tiempos pretértiros con especial atención al nacimiento de la industria en nuestro país. ¿Quién fue el iluminado al que se le ocurrió empezar a editar manga en castellano? ¿Cómo se hizo? ¿Cómo eran los otakus de entonces? Son sólo algunas de las cuestiones a las que intentaremos dar respuesta.
Pero esta sección no será como las demás, queremos que sea un espacio interactivo y multimedia. Es decir, queremos contar con tu ayuda y participación activa en el desarrollo de estos artículos. La ventaja de internet es que la información se puede ir actualizando y creciendo con los aportes de la gente y así lo haremos en esta sección. Publicaremos un artículo base que esperamos ir apliando y revisando con vuestras experiencias, recuerdos y aportaciones, de ahí lo interactivo. Sobre lo multimedia es porqué estos artículos que haremos con vosotros también tendrán versión radiofónica, en nuestro podcast, y el objetivo final será editarlo todo en un bonito libro recopilatorio en el que se reconocerá a todos los que colaboréis con nosotros.
¿Os apuntás este apasionante viaje? Seguro que será algo inolvidable…
EL FENÓMENO DRAGON BALL (Parte IV)
LA POLÉMICA Y LOS DETRACTORES
Como todo fenómeno de éxito nuevo no tardaron en salir las voces críticas. Algunas apuntaban a su animación limitada, sin caer en la cuenta que los precursores de este tipo de animación fueron los americanos, pero otros ataques, mucho más peligrosos, alegaban a la supuesta violencia extrema y erotismo desmesurado de la serie para exigir su prohibición. Y aunque parezca mentira llegaron a conseguirlo.
La campaña se vertebró desde la prensa con titulares tan sensacionalistas como «Dos menores rompían coches al estilo «Bola de Drac» (La Vanguardia 29 diciembre 1992). Puestos a realizar malabarísticos silogismos quizá deberían haber hecho referencia a Strett Fighter más que a Dragon Ball, pero bueno… Para el caso es lo mismo.
U otros que por su ignorancia ya causaban risa por si solos «Niño grave al tirarse de un tejado para imitar a Docu»(La Vanguardia 6 junio 1993) Sí, habéis leído bien «Docu» en lugar de Goku». Claro que luego en el cuerpo de la noticia ya aclaraban que en realidad se había caído dando saltos en un tejado mientras jugaba con su amigo, pero el titular tendencioso y sensacionalista no tiene desperdicio.
Otros redactores, como Chapete del periódico ABC, la tomaron de forma sistemática desde el primer día publicando duras acusaciones sobre la serie.
Por insistente y pintoresco tomaremos de ejemplo al mencionado Chapete del ABC. Empezó en enero del 92 publicando que la emisión de Bola de Dragón por parte de Telemadrid era algo «Impresentable, sin duda con La Bola de Dragón la animación japonesa ha conseguido superar con amplitud los límites del buen gusto» (ABC 21 de enero de 1992). Las semanas pasaban y en el pobre Chapete no paraba de crecer su indignación y frustración. Cuando en septiembre se estrenó DBZ en Telemadrid no dudó en volver a soltar peras del calibre: «DBZ mantiene los niveles de estupidez e idiocia de pasadas etapas» (ABC 22/10/92) o «Un escaparate completo de agresiones que se dirigen en primer lugar, contra la audiencia y, en segundo, contra el resto de los firmantes. Telemadrid debería revisar su concepto de ética.» (ABC 8/5/1993). Lo de Chapete rozaba lo enfermizo, incluso cuando DBZ fue sustituida por Dragon Quest y esta fue sustituida por Ulyses 31 se atrevióa a titular: «Generación colgada. Después de Goku, Las aventuras de Fly, y Songohanda, a Telemadrid le cuesta abandonar la línea intergaláctica, y se ve que solo le quedan modelos pasaditos. Como sigan reponienendo viejas glorias van a conseguir que otra generación se encuentre más colgada que Numayos y en espera de que las rescate Mazinger Z» (ABC 7/8/1993). Estos ataques fueron repitiéndose una y otra vez con comentarios más o menos jocosos que al final a uno le causaban más gracia que otra cosa. Lo que no resultó tan gracioso fue cuando estas críticas, junto con muchísimas más procedente de asociaciones de padres y telespectadores, se tomaron muy en serio por entes políticos que se propusieron tomar cartas en el asunto desencadenando una campaña de linchamiento a la serie hasta llegar a crear leyes expresas para conseguir su retirada de la televisión.
En mayo de 1993 las cadenas autonómicas firmaron un acuerdo de código deontológico de protección de la infancia.
En declaraciones a El País (23/08/1993) los responsables de las cadenas autonómicas se pronunciaron sobre la polémica de Dragon Ball. Un portavoz de Canal Sur, por ejemplo, reconocía que se habían recibido protestas, pero afirmaba: «Estas quejas no son noticia; aquí pensamos que no es para tanto y hemos quitado importancia al asunto».
En Telemadrid, en cambio, negaban haber recibido quejas directas de ninguna asociación de espectadores. Aunque afirmaban que sí se habían dado por enterados del problema y por ello reaccionaron cambiando el horario de emisión de Bola del dragón Z de las 20.00 a las 13.35. «Estamos respetando el convenio contra la violencia firmado en el mes de mayo, que no pedía eliminar del todo estas series, sino ir evolucionando progresivamente. Estamos comprando series más acordes con el público infantil», afirmaba un portavoz de Telemadrid.
Más contundente se mostraba el director de programas y emisiones de la televisión gallega (TVG), Enrique de Arce, afirmando que la serie había llegado en repetidas ocasiones a los primeros lugares de audiencia consiguiendo hasta un 40% de cuota de pantalla. «Estos datos descalifican cualquier tipo de protesta», decía Arce, quien, por otro lado, afirmaba que en la serie no se hacía apología de la violencia ni incitaba a cometer actos violentos.
El canal autonómico catalán también recibió protestas, pero Oleguer Sarsanedas, director de programas de la cadena, defendió la continuidad de la serie: » TV-3 había comprado la tercera parte sin verla y antes de que saliera del lápiz de su creador» y consideraba que el problema más importante para la continuidad de la serie no residía en las protestas de los espectadores, sino en la huelga de doblaje, que podía afectar a su estreno, previsto para el 2 de noviembre.
La polémica fue tomando cada vez más fuerza y Prodeni, fundada en 1987 y con sede en Málaga, se movilizó contra la Bola de Dragón y ejerció una fuerte presión a Canal Sur hasta que el 22 de julio de 1993 la televisión andaluza anunció que dejaba de emitir la serie a partir del capítulo 146 por las numerosas protestas recibidas por parte de las asociaciones de telespectadores, padres y educadores por su contenido violento.
Meses después el debate estalló también en Madrid con titulares tan sensacionalistas como «Los japoneses exportan a todo el mundo los dibujos animados que prohíben ver a sus niños» que dedicaba el Pais de su edición de 3/8/94 para abrir un artículo que recogía declaraciones tan ignorantes como las de una joven Esther del Moral donde afirmaba que «Las series japonesas van cargadas de mensajes de destrucción. Un tema recurrente es salvar a la Tierra de ataques extraterrestres. En las series deportivas los personajes luchan por el éxito, aún a costa de sacrificios personales importantes, y se establecen dicotomías entre los roles masculinos y femeninos. Cuando chico y chica deben realizar una misma actividad física, él siempre es el primero en realizarla. Lo más impresionante es que los niños japoneses no ven esos programas, sino series cuyos contenidos han sido regulados por comités compuestos de sicólogos, pedagogos y productores, e incluso, emitidos en dos idiomas.» Aprovechando el gran desconocimiento que había en la época para sembrar la alarma entre los padres asustados.
La cosa fue a más y los políticos entraron al trapo, especialmente el Partido Popular, que «criticaron la oposición del director general, Marcos Sanz, a suprimir La bola del dragón, una serie infantil criticada por su violencia desde distintos sectores, incluida la consejera de Integración, la socialista Elena Vázquez» (El Pais 15/9/93).
Poco después, en enero de 1994, Telemadrid tomó la misma decisión que Canal Sur y canceló la serie a partir del capítulo 167. Que fue sustituida por clásicos como Popeye, Los Picapiedra o Tom y Jerry. La caída de audiencia fue tan espectacular como preocupante, algo de lo que se lamentaron los responsables de la cadena.
En Catalunya el caso tuvo mucha más miga y merece la pena repasarlo en profundidad pues demuestra que Dragon Ball fue mucho más que una simple moda de temporada. En 1995 se abriría una dura disputa política sobre el tema que terminaría con la creación de nuevas leyes para conseguir retirar la serie, algo que TV3 no estaba dispuesta.
A raíz de toda la polémica suscitada por la emisión de Dragon Ball, en 1995 el Parlament de Catalunya aprovó la Llei d\’Atenció i Protecció de l\’Infància i l\’Adolescència (Ley de atención i protección de la infancia y la adolescencia) que obligaba a cancelar series con contenido violento de la programación infantil. Así, el 4 de agosto de 1995 Dragon Ball pasó a emitirse fuera del programa contenedor Club Super 3 y quedó prohibido cualquier anuncio o promoción relacionado con la serie dentro del espacio infantil. Pero hecha la ley hecha la trampa y para no tener que cambiar el horario habitual de la serie TV3 simplemente adelantó media hora el final del Club Super 3 para acto seguido emitir Dragon Ball en su horario habitual. Esta picaresca lo único que consiguió fue levantar más críticas y desencadenar una batalla dialéctica entre el diputado de CIU, Duran i Lleida, con el director de la Corporación de Radio y Televisión de Catalunya, Vilajoana.
Duran i Lleida tuvo hasta enfrentamientos dentro de su coalición pues decidió que muy a pesar de lo que quisiera Convergència, él actuaría como líder de Unió para llevar el tema al Parlament. La prensa de la época se hizo eco de todo el asunto en numerosos artículos como el siguiente de La Vanguardia:
La respuesta por parte de Vilajoana no se hizo esperar y a parte de desmontar algunos mitos, como que Dragon Ball se emitía por la noche en Japón, reivindicó la pluralidad de la televisión y los valores positivos que tiene la serie.
El resultado fue el que muchos auguraban, la partir de febrero de 1997 a serie fue desplazada al C33 y pasó a emitirse sólo los martes a partir de las 22.20 horas. Ahora todos los fans de la serie, además de pelear con nuestros padres para hacernos con el control de la tele en unas horas intempestivas para nosotros nos veíamos obligados a acostarnos más tarde de lo normal.
Una situación que reflejó muy acertadamente Cels Piñol en su Otaku Files.
De todas formas, por aquel entonces el manga original ya había concluido en Japón (Shonen Jump #25 mayo 1995) y el boom Dragon Ball ya había dejado de ser una moda para convertirse en una realidad imposible de eliminar, pues había sido el estandarte de toda la industria del manga. Por si fuese poco, al cabo de 2 años Antena 3, al ser una cadena privada, pudo emitir la serie para toda España, en abierto y en horario infantil, causando un resurgimiento de la Dragonballmanía entre toda una nueva generación.
Sin embargo, los ataques no vinieron sólo de los sectores más conservadores de la sociedad sino que los mismos otakus se volcaron contra la serie. Jorge Riera se había hecho famoso en el mundillo otaku por dirigir la revista de Glénat llamada Kabuki,pero sobretodo por sus artículos cargados de provocación y polémica. Actitud que heredó Lázaro Muñoz y que mezcló con un ataque desmedido hacia los fans de Dragon Ball. Estas criticas respondían a la frustración que causaba en muchos otakus ver como Goku eclipsaba otras series que consideraban mejores que la obra de Toriyama. La baja calidad de Dragon Ball GT cargó de razones este discurso que terminó siendo un eslogan con el que conseguir popularidad entre la gran cantidad de otakus seguidores de Goku y compañía.
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EL FENÓMENO DRAGON BALL (Parte III)
EL FENÓMENO DRAGON BALL (Parte II)
EL FENÓMENO DRAGON BALL (Parte I)