El manga moderno
Quizás es ser un poco presuntuoso explicar toda una industria en pocas páginas, pero desde Mision Tokyo, creemos que nunca viene de más conocer los origines de este estilo de narración, por muy resumido que lo presentemos. Quizás así, despierte la curiosidad de nuestros lectores en intentar rebuscar en el pasado y comprender el porqué de muchas cosas.
Precursores
Japan Punch, obra de Charles Wirgman (1832-1891) |
Ilustración realizada por el francés George Bigot (1860-1927) |
La nueva Isla del Tesoro del revolucionario Osamu Tezuka (1928-1989) |
El comienzo técnico del manga, se produjo en la comercialización de las pinturas narrativas del maestro Hokusai, allá por el periodo Meiji. Éste inventó el vocablo manga (“dibujos caprichosos”) para referirse a esta serie de dibujos, y los llegó a publicar como Hokusai Manga. Sin embargo, como comprenderéis, poco tenían que ver con los mangas modernos, dado que Hokusai era un artista de Ukiyo-e. Para poder ver algo más semejante, tendríamos que esperar al siglo XIX, donde Charles Wirgman y George Bigot, después de la abertura internacional del país nipón, emprenderían una carrera como críticos sociales en Japón, con viñetas humorísticas en revistas de la época. Su estilo tan característico, aparte de empezar a introducir el dibujo occidental, da claras lecciones de narración básica y composición a los japoneses, creando la base de la industria posterior a ellos. Otros precursores importantes, como Ippei Okomoto y Takeo Nagamatsu, mantuvieron a estos dos occidentales como camino a seguir, mientras seguían investigando y añadiendo pequeñas cosas de los cómics americanos, por los años 30.
Así pues, la industria del comic en Japón antes de la guerra, era muy semejante a la española actual, pero en menor medida: lo más publicado eran viñetas humorísticas y 4 Komas (mangas de cuatro viñetas). Había alguna que otra revista de comic, pero publicaban historias autoconclusivas de pocas páginas. Por decirlo de alguna manera, las obras más grandes en tamaño, eran obras dedicadas para niños, siendo el primer género que se crea (kodomo). Con la llegada del conflicto internacional, evidentemente se enfocaron a tramas bélicas y héroes de guerra. Pero sería después de ésta, y la llegada de un joven genio, las circunstancias que sentarían el cimiento final para el alzamiento del comic japonés.
Situación histórica y nacimiento del manga moderno.
El éxito del manga en Japón fue, en resumidas cuentas, un cúmulo de situaciones muy propicias para la publicación de obras. Pero para explicarlo, la base de la que partiremos es la II Guerra mundial.
Una de las bases por el que se considera el entretenimiento un producto rentable es “que todo persona necesita divertirse alguna vez”. Sin embargo, la II Guerra Mundial, había dejado a Japón en un estado tan lamentable, que poco tiempo se empleaba para otra cosa que no fuese la reconstrucción del país. Partiendo de esa base, todo entretenimiento que constituyera un gran aporte económico, era prácticamente impensable. El cine y la televisión, aunque existían, a dura penas conseguía producir cosas, y evidentemente muchos japoneses no tenían dinero para permitirse una televisión, y mucho menos, ir al cine de una forma habitual. Sin embargo los japoneses necesitaban entretenerse, para mantenerse cuerdos y no sucumbir a su propia miseria.
Esto produjo que el cómic (y también la literatura) fuese el mejor medio para ello. Era barato, llegaba a todo el mundo, y contaban historias tan bien como puede hacerlo una serie de televisión, o una película. La industria en aquel momento, toma un nuevo giro, y es mayoritariamente en Osaka, donde emergen dos tipos de mangas.
Los primeros eran los producidos para “puntos de préstamos”. Estos locales consistían en bibliotecas, pero que cada una de ellas producían sus propias historias, hechas por autores locales. Lo más común solían ser revistas recopilatorias con no más de 8 páginas por manga.
La segunda, y la que se haría famosa, eran los “libros rojos”. Publicaciones de unas 200 páginas, en blanco y negro, y cuya portada solía estar coloreada en a tres tintas (blanco, negro y rojo). Es la clara precursora de los tomos recopilatorios.
Sin embargo, el manga seguía siendo, en su mayoría, recopilaciones de tiras cómicas. La distribución de las páginas era, en su práctica totalidad, de ocho viñetas distribuidas en dos columnas de cuatro cada una. Quizás por la propia cultura japonesa, como por sus antepasados, los nipones se acostumbrón a este tipo de cómics.
Pero es la repentina aparición de un joven de Osaka, Osamu Tezuka, es la que da un empujón tan increíble que sigue siendo impensable en nuestros días. Tezuka, con su segundo manga, La Nueva Isla del Tesoro (Shin Takarajima, 1947), reinventó las características de la industria para los japoneses. Publicado como un libro rojo, La Nueva Isla del Tesoro, rompió moldes, adaptando la distribución de viñetas occidental, al sentido de lectura oriental. El dibujo en el habitual plano general, pasa a utilizar todo tipo de ángulos y encuadre, en pos de dinamizar la narración. Y la historia, en lugar de ser tiras autoconclusivas, se transforma en un argumento sólido, con una trama trabajada y un principio, nudo y desenlace. La Nueva Isla del Tesoro vendió al friolera cantidad de ochocientas copias en todo el país, siendo el producto más eficaz en lo que se refiere a coste de producción comparado con el dinero que se ganaba con su publicación.
Así, mientras Tezuka empezaba su ascendente carrera, produciendo mangas de la misma forma y fomentando tanto en estilo como en ingenio a los otros autores de la época, los libros rojos empezaron a ser producto de cada día para los jóvenes, y las grandes empresas de Tokio empezaban a sacar revistas, donde era común encontrar algún manga. El manga se había convertido, poco a poco, en el entretenimiento favorito para los niños. Y fue el mismo Tezuka el primero en ser llamado por Tokio, para publicar un la primera revista dedicada exclusivamente a manga, la Shonen Manga.
Es aquí cuando podríamos dar por asentada y comenzada la industria del manga. Quedarían más recovecos que se añadirían a medida que evolucionase la industria, como la diversidad de géneros, la aceptación del las tramas adultas dentro de ella. Pero, sin embargo, eso son otros temas de los cuales hablaremos más adelante.
Texto: Jonathan Lara