En el Podcast #041 y a propósito de reseñar el anime de Puella Magica Madoka, os hablamos del fenómeno del moe. Aprovechamos ahora para subir parte de esa sesión en forma de artículo y así ampliar la sección de Otakulogía, cosa que esperamos seguir haciendo más a menudo. Además, esta versión escrita tratará de incluir más temas que quedaron fuera del podcast por falta de tiempo. Hay que añadir que todo este material también nos sirvió para realizar una charla en el Salón del Manga en la cual el público se implicó mucho, aportando estupendos comentarios, lo que nos lleva a la conclusión que el moe está plenamente implantado en buena parte del fandom español.
Para aproximarnos a todo lo que representa el moe, antes deberíamos poner atención a la propia etimología de la palabra y a la definición que ha llegado a nosotros gracias a varios académicos tanto japoneses como euroamericanos. Para elaborar este pequeño artículo, hemos tomado como referencia principal el texto de Patrick Galbraith Moe, Exploring Virtual Potential in Post-Millennial Japan.
Las chicas de K-On!, personajes moe famosas dentro y fuera de Japón
La palabra Moe, utilizada desde hace unos años como interjección por parte del colectivo otaku japonés proviene de los verbos moeru (萌える), brotar; y moeru (燃える), arder, siendo más aceptada la primera acepción. Aunque el origen etimológico de la palabra es un verbo, moe también se usa como adjetivo “Personaje moe” o como nombre cuando hablamos del moe como fenómeno. El hecho que el origen sea un verbo nos da una pista de su definición que nos sirve para diferenciarlo de la palabra kawaii, con la que tiene a solaparse en muchas ocasiones. El moe es la respuesta eufórica hacia la representación de un personaje de ficción (manga, anime, videojuegos, etc) del mundo bidimensional. Esta definición implica que el término moe no se puede aplicar a personas reales, salvo en contadas excepciones, como el cosplay, considerado 2’5 dimensiones (Shingo).
Considerando que el moe es un sentimiento hacia un personaje de ficción, se podría decir que el moe es tan antiguo como el anime o el manga, ya que se tiene constancia que existen clubs de fans de personajes concretos desde hace mucho tiempo. Además, el anime y el manga se asentaron rápidamente en la cultura popular japonesa como medios de entretenimiento y no es de extrañar que algunos de sus personajes alcanzaran cotas de popularidad muy importantes. Sin embargo, no es hasta principios de los años noventa del siglo pasado, con el colectivo otaku en plena efervescencia cuando la palabra moe pasa a formar parte del vocabulario propio de la subcultura otaku. Lo que en principio era una palabra de argot otaku (y fujoshi) pasó a formar parte del vocabulario de la sociedad en general gracias a la influencia de un dorama, Densha Otoko, en el cual aparecían referencias al mundo otaku (ya que su protagonista era uno), entre ellas, el moe. Cosa que provocó que en 2005, Moe, fuera elegida palabra más influyente, al punto de que la Oficina de Turismo editara un libro en el que se explicaba el moe a los extranjeros.
Manual para aprender a dibujar personajes moe, como véis, no importa que los mecanismos por los cuales accedemos al moe sean desvelados.
El potencial del moe se traduce en cifras: casi 900 millones de dólares se calcula que genera anualmente todo el mercado relacionado con el moe: figuras, anime, juegos, etc. Pero… ya hemos dicho que el moe no es más que un sentimiento, por lo tanto es algo subjetivo que depende del consumidor. Sin embargo, cualquier cosa es susceptible de convertirse en tendencia, y el moe no es una excepción. Pronto, el colectivo otaku (de los años noventa) se decantó por una tipología de personaje en particular: chicas jóvenes, kawaii (bellas y vulnerables), con personalidades contradictorias, y determinadas caraterísticas físicas se convirtieron en el objeto del moe por excelencia. Hay que recordar que el colectivo otaku era mayoritariamente masculino, y que los gustos del fandom femenino en lo referente al moe quedaban relegados al mundo del doujinshi o el yaoi, en el cual el moe para chicas alcanzó niveles riquísimos de simbolismo y expresión gráfica. En otra ocasión el dedicaremos otro artículo, porque merece ser tratado con mucha dedicación.
Así fue como nació la tipología del personaje moe, un personaje que con mayor o menor implicación en la historia de turno, su mayor potencia era despertar el moe en el consumidor. Hiroki Azuma lo denomina Moe-chara y lo describe en los términos de Deleuze y Guattari como “un cuerpo sin órganos”, esto es, un personaje sin narrativa tras de sí, un personaje sin historia, cuya fuerza reside en los elementos moe que lo definen externamente. Estos elementos pueden ser de vestuario (traje de meido, de colegiala, lazos, ornamentos varios, medias…), animalizadores (orejas y colas de gato, ojos de pupilas gatunas, colmillos, voces gatunas…) de comportamiento (personalidad inocente, contradictoria, tsundere, yandere, etc) y de tendencia (el uso de determinados peinados y colores de pelo y ojos, moda, etc). Todos estos elementos forman parte del imaginario del otaku y remiten a su subconsciente colectivo, por eso son capaces de reaccionar inmediatamente y de forma similar a la misma tipología de personaje.
Di Gi Charal, el personaje moe por excelencia
Para acabar este mini artículo dedicaremos un párrafo a analizar el significado del moe. Como hemos dicho, el moe es un sentimiento de afecto que brota en el consumidor a la vista de ciertos códigos (elementos moe) que ya estaban presentes en su imaginario. ¿Cómo se puede interpretar este sentimiento? Algunos autores, como Honda, lo describen como “amor puro”, una especie de amor platónico que no espera nada a cambio, y que no tiene ningún fin sexual (de ahí lo de “puro”). Mientras que socialmente, el tema amoroso está bastante regulado, el afecto que produce el moe libera al otaku en cierta manera. Además es perfectamente compatible con una relación de pareja al uso, ya que pertenece al terreno del fetiche y de la bidimensionalidad. Según Honda, también, el moe fomenta una identidad de género más equilibrada en el otaku masculino: el afecto por un moe-chara permite mostrar una pasión ardiente propia del macho, combinada con un afecto más puro y maternal (deseo de mimar al personaje en cuestión, casi de adoptarlo), con lo cual se produce una “shojización” del hombre.
Figura moe. Atuendo, pose y expresión son un compendio de códigos moe.
En conclusión, el moe es un fenómeno que debido a todo armazón simbólico ha sido capaz de conectar y calar entre el colectivo otaku internacional, también. El otaku euroamericano está casi tan entrenado en la recepción de estímulos visuales propios del imaginario cultural del manga y el anime como sus colegas japoneses. Todo ello ha provocado la fácil y rápida permeabilidad en el fandom internacional. A pesar de la polémica que pueda surgir en torno al moe (series vacías, abuso de estereotipos, homogeneidad en los argumentos, asociar al fan del moe con la figura de un pervertido, etc), lo que debería llamarnos más la atención es lo que hay detrás del moe. Como dijo Tamaki Saito, cualquiera que haya sentido el más mínimo afecto por un personaje de ficción es que ha sido picado por el gusanillo del otaku. En resumen, todos los otaku han sido víctimas del moe en una u otra medida, con lo cual, nadie es ajeno al fenómeno y por lo tanto está bien intentar saber un poco más sobre el tema.
Por eso os dejamos la breve bibliografía que hemos utilizado para hacer este resumen:
-Azuma Hiroki (2001) Otaku. Japan’s Data Base Animals. University of Minnessota Press.
-Galbraith, Patrick (2009) Moe, Exploring Virtual Potential in Post-Millennial Japan. ECJCS.
-Kinsela, Sharon (1995) Cuties in Japan. Hawaii University Press.
-Saito Tamaki (2011) Beautiful Fighting Girl. University of Minnessota Press.